Para enseñar a disfrutar, ¡¡disfruta!!

Por Lenka Kegevic

Los niños son muy buenos imitando (a veces no son tan buenos escuchando), pero lo que no les sale tan fácil por un tema de desarrollo, es filtrar lo que deben imitar y lo que no deben imitar.
Por esto, somos los adultos los que debemos entregar modelos imitables a nuestros hijos en todos los aspectos de la vida ya que ellos están siempre mirando… aún cuando parezcan no estarlo.
Esto nos pone una gran exigencia a nosotros, y si bien es imposible estar 24/7 atentos a entregar el mejor ejemplo, ya que, enfrentémoslo, somos humanos, sí debemos buscar tener un estilo de modelo saludable.

Por eso, en Criando Positivo creamos estas lindas imágenes para recordarnos algunas cosas en las que podemos, cotidianamente, poner atención a los ejemplos que le damos a los niños. Como dicen por ahí: en las pequeñas grandes cosas.

Hoy es el turno del goce, del disfrute. Si los niños ven que los padres le dedicamos un tiempo, por breve que sea, y le otorgamos importancia a hacer cosas que nos gustan (estar con amigos, pintar, cantar, cocinar, deporte, aire libre, juegos, la lista es interminable), ellos interiorizarán que es importante buscar y resguardar espacios de disfrute personal. Hacer cosas que ellos disfruten será algo que formará parte de su cotidianidad y al crecer lo seguirán valorando y ojalá, cuidando.

Así que la tarea para nosotros es grande: ¿tenemos alguna actividad que disfrutamos? ¿le dedicamos el tiempo suficiente? ¿nos sentimos satisfechos al respecto? ¿tendremos que hacer algún ajuste en cómo estamos distribuyendo nuestro tiempo?
A pensar y a ponerse en acción!

Por esta razón es importante reaccionar  de una  manera efectiva para poder lidiar con esta situación de la mejor manera. “Como sociedad tendemos a negar y evitar las emociones que nos parecen incómodas. A veces proyectamos nuestra propia incomodidad en las vivencias de los niños,  y los retamos cuando lloran, o minimizamos la causa de la rabia, o anulamos y cambiamos de tema. Con estos comportamientos estamos trasmitiendo que esas emociones no son válidas, o no son aceptadas. Y ¿cuál es el problema? Que los niños, y nosotros, sentimos emociones placenteras, pero también sentimos las displacenteras. Y no las sentimos por elección, simplemente las sentimos. Por lo tanto, debemos asumirlas como emociones tan válidas como la alegría”.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC