Enseñar a compartir

Por Ps. Lenka Kegevic

Estás sentado en un café, trabajando en tu computador. Llega alguien y te lo pide. “No, yo lo estoy usando, además el computador es mío”. Pero insiste, y llega otra persona a decirte que hay que compartir y que además ya llevas mucho rato usándolo, y te fuerza a prestarlo. Raro, ¿no? ¿Será que los niños sienten algo semejante cuando los obligamos a compartir?

Ahora imaginate lo siguiente: Un niño juegando, concentrado y pasándolo bien. Viene otro niño y quiere su juguete. El niño dice que no. Se acerca un adulto y dice “vamos a compartir los juguetes” o “ya has jugado con eso harto rato, ahora le toca a ella”. ¿Qué siente el niño? Que compartir no se siente bien porque no le gustó que se llevaran el juguete cuando estaba pasándolo bien. Fue el adulto el que decidió compartir. No el niño.

Los niños sienten que cuando los hacen compartir les están obligando a renunciar a algo, por lo que la meta sería que experimentaran el acto de compartir como algo positivo con los sentimientos positivos que provoca hacer a alguien feliz.

¿Qué aspectos entran en juego a la hora de compartir?

Primero, y siempre, uno de los elementos más importantes del aprendizaje, es el modelo de los adultos. Niños que se mueven en ambientes donde se promueven instancias para compartir, ven a sus padres compartir con ellos y con otros, y se les enseña verbal y no verbalmente el valor de compartir, probablemente tendrán más conductas de compartir. También ayuda explicitar cuando compartimos con ellos: vamos a comernos esta manzana y la vamos a compartir, esto para ti y esto para mí, así comemos los dos; yo comparto contigo los bloques verdes y tu compartes conmigo los rojos.

Los adultos debemos comprender que al igual que a nosotros no nos gusta compartir TODO lo que tenemos, los niños también tienen derecho a decidir no compartir sin ser juzgados. Siempre podemos escuchar las razones que los niños tengan para no compartir: “es que es mi juguete favorito”, “es que ese niño se lo quiere llevar a su casa”, “es que no me lo va a devolver”, “es que cuando yo le pedí que me prestara su juguete él me dijo que no”. Todas razones atendibles y válidas. Algunas podrán ser respondidas con una explicación que elimine el susto de que su juguete al ser prestado no será devuelto, otras simplemente tienen que ser atendidas.

Los niños tienen derecho a tener ciertos juguetes que no les gusta compartir. Ante estas situaciones, siempre podemos llevar juguetes extra que el niño le cueste menos compartir, al mismo tiempo que cuidar los que siente que son sus objetos más personales y preciados.

Debemos enseñar a nuestros hijos a respetar sus deseos, por lo tanto, si le piden un juguete, NO es una respuesta perfectamente legítima, pero los adultos tenemos una cosa con eso: cómo no va a compartir, qué va a pensar la otra mamá, va a ser un adulto egoísta, he creado un monstruo. Pero si queremos criar un niño que sepa respetarse, debemos respetar cuando diga que no, escuchar sus razones, validarlas y apoyarlos. Y también ayudarlos a tolerar la frustración que significa cuando a ellos a los que les dicen que no, y de la misma forma enseñarles a respetar esta respuesta de parte de otros. No pueden tener todo lo que quieran. Así no funciona el mundo, además no vamos a estar siempre nosotros con ellos para ayudarlos a lograr lo que quieren (por ejemplo, las mamás que intervienen pidiendo ellas las cosas a otros niños porque sus hijos las quieren. Podemos hacer esto en determinadas situaciones, pero deberíamos dejar que nuestros hijos se manejen mientras puedan sin nuestra ayuda, aunque con nuestra observación cercana).

Entonces, cuando a mi hijo le pasa eso, y se acerca a contarme la historia, en lugar de mandar mensajes del tipo: “parece que su mama no le enseñó a compartir”, o “vámonos Kiko, no te juntes con esta chusma”, trato de hacerlo comprender que no se puede tener todo lo que uno lo que uno quiere solo porque lo quiere, que hay que respetar a los otros, que a veces él tampoco quiere compartir y que cuando se siente así no le gustaría que le quitaran sus juguetes, etc.

Hay tantas formas de ver el asunto: ¿queremos que compartan porque tienen ganas de compartir? porque nadie quiere que comparta porque no es capaz de defender lo que quiere, ¿o si?

Por eso, quizás, más que obligar a compartir, podemos invitarlos a tomar turnos, y ojalá que el turno se demore lo que el niño que tiene el juguete, quiera: “cuando termines de usar eso se lo pasas a tu amiga?, ¡muchas gracias!”. De esta forma podemos enseñarles que lo hagan incluso si es que no estamos nosotros mirándolos. Si los dejamos por el tiempo que necesitan, no sentirán que les quitamos el juguete cuando nosotros consideramos que están listo. Cuando esto pasa, los niños se vuelven más ansiosos y menos dado a compartir ya que asocian el compartir como una experiencia desagradable en la que pierden un momento y un objeto que estaban disfrutando. Con la otra aproximación no existe la preocupación de perder el juguete ya que lo uso por el tiempo que quiero. Y bueno, si se demora mucho, podemos recordarle “acuérdate que Pedro está esperando que desocupes el juguete, ¿ya?”, promoviendo así la comprensión del punto de vista de otros y la empatía.

Si respetamos los NO de los niños y ellos son capaces de decir que no a los niños que quieren quitar sus juguetes, ponen límites al otro niño, responden asertivamente y se respetan a sí mismo. ¿Han pensado cuántos de nosotros, los adultos, tenemos problemas para decir que NO y poner límites? Y cuando el niño entrega el juguete, una vez que dejó de jugar con él, ambos niños, el que entrega y el que recibe, sienten los buenos sentimientos que derivan del compartir. Y van dando ganas de repetirlo, porque se sintió bien.

¿Y cuando a nuestro hijo le toca esperar? Es difícil, si, y es ahí donde nosotros tenemos un rol en ayudarlos a esperar. Puede ser ayudarlo a encontrar algo más que hacer mientras espera, o acompañar la frustración que significa la espera o el NO.

Aclaro que no estoy en contra de la generosidad, muy por el contrario. Pero si creo que la forma tradicional de fomentarla, no produce los resultados deseados.

Ojo también que a veces nuestras expectativas exceden lo que nuestros hijos pueden lograr y estamos gobernados por la proyección de que, si nuestro hijo no comparte hoy, crecerá para ser un adulto egoísta y egocéntrico (lo que yo llamo, el salto cuántico de la crianza).

Hasta los 3 años, es difícil que un niño comparta. Naturalmente sienten que son el centro del universo, por lo que solo podemos darles experiencias y modelos de compartir. Luego de esa edad pueden comprender, pero igual puede molestarles de sobremanera compartir. En edad prescolar pueden comprender más, aun cuando les siga costando compartir. Podemos hablarles del valor de la justicia y de los sentimientos de los otros o el punto de vista de los otros para promover el compartir. Pero recordemos que a esta edad aún es difícil que entiendan realmente los puntos de vista y emociones de otros, por lo que debemos mantener expectativas realistas. Al comenzar el colegio comprenden que los otros tienen sentimientos diferentes a los propios por lo que pueden comprender mejor el compartir, pero todavía les cuesta compartir sus juguetes favoritos.

También recordemos que es difícil determinar una edad en la que el/la niña ya están en etapa de compartir ya que los ritmos de desarrollo de cada niño, sus características de personalidad y sus estilos de crianza varían. Los adultos debemos aprender a respetar los ritmos de los niños.

Qué podemos decir y hacer:

  • Reforzar conductas en las que veamos que comparten.
  • Preguntarles cómo se sienten cuando alguien comparte con ellos.
  • Podemos prepararlos para situaciones en las que van a tener que compartir: cuando vayas a la casa de tu primo, vas a compartir sus juguetes con él, y nosotros llevamos los nuestros para que compartas también. Siempre respetando si hay algún juguete que quieran mantener con ellos: si no quieres compartir tu peluche está bien, pero el resto de los juguetes los compartimos. Incluso podemos guardarlos para que nuestro hijo o hija esté tranquila.
  • “Puedes jugar hasta que estés listo”.
  • “¿Terminaste tu turno?”
  • “¿Te gustó que tomara tu juguete? Pídele que no lo haga”.
  • Puedes decirle a tu hija/o que diga: “no he terminado, puedes jugar cuando termine”.
  • “El otro niño está usando su turno. Cuando termines, puedes tener tu turno”.
  • “Veo que Pedro aún está usando el camión”.
  • “Vas a tener que esperar, no puedes quitárselo de las manos”.
  • “¡Qué difícil es esperar!”
  • “¡Estás muy enojado! Realmente querías jugar con el camión ahora”.
  • “Puedes estar enojado, pero no te puedo permitir quitar el juguete”.
  • “¿Le vas a avisar a Juan cuando estés listo?”
  • “Veo que ya no estás usando el caballo. Anda a buscar a Jose. Recuerda que está esperando su turno”.

Suerte en esta tarea, y si necesitas apoyo, puedes contactarme. Un abrazo!

Ps. Lenka Kegevic

Psicóloga UC

Una vuelta de tuerca a la hora del caos

Por Lenka Kegevic

Hoy estaba acompañando a mis hijos en el proceso de quedarse dormidos. El mayor daba y daba vueltas en la cama y a ratos decía “ay! Por qué no me puedo dormir!”

Después de un rato, me fui a recostar a su lado. Pasaron 5 minutos y después de darme la mano, se durmió. Muy tranquilo. Pero yo mientras estaba, no estaba, estaba en el teléfono. Perdí la oportunidad de olerlo y sentirlo hoy. Mientras él, con sólo sentirme cerquita, se durmió (eso quiero pensar).

Luego el menor pidió brazos. Lo levanté, esta vez dejando el teléfono al lado (sea porque necesitaba las dos manos o porque había aprendido de la experiencia anterior). Lo abracé, apreté, besuqueé, olí y disfruté. Al rato lo devolví a su cama y me vine dejándolo aún despierto. Con la espalda adolorida pero el corazón llenito.

Esta hora del día puede ser la hora del caos, la hora del terror y al mismo tiempo, de los minutos más lindos de tu vida.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Retomando rutinas después de vacaciones

Por Lenka Kegevic

¿Sientes que las semanas después de la vuelta de vacaciones son más caótica de lo normal?

¿Qué tú y los niños están más cansados que antes de las vacaciones?

¡No estás sola! Es probable que los desórdenes que hicimos durante las vacaciones nos estén pasando la cuenta!

Acostarlos un poco (o harto) más tarde…. Comer a horarios más desordenados…. Saltarnos la siesta…. O dormir siesta en familia…. Estar fuera de nuestras casas…. Todo eso son quiebres a una rutina que es necesario readaptar de a poco….

¿Cómo?

Compartimos algunas sugerencias que nos pueden ayudar si es que nuestros niños han sido un poco más resistentes a la vuelta a la realidad.

  • Mantener actitud positiva: ayudar a nuestros hijos a recordar que se reencontrarán con sus amigos y aquellas cosas y personas que les gustan de sus colegios y jardines. Seamos el ejemplo en enfrentar la vuelta a clases con una buena actitud. Si nosotros estamos cabizbajos y demasiado cansados, podemos esperar algo parecido en nuestros hijos. No perdamos la paciencia… poco a poco.
  • Recuerden alguna actividad o los lugares que disfrutaron juntos durante las vacaciones y díganles que la cuenten a sus compañeros. Cuando vuelvan del colegio o jardín conversen con sus hijos respecto de cómo les fue con lo que compartieron y qué cosas entretenidas hicieron sus amigos.
  • No está de más decir que conviene dejar todo preparado la noche antes… ¡Las mañanas de retomar las rutinas son naturalmente más difíciles, para todos!
  • No pretender re-adaptar las rutinas al mismo tiempo si es que se han modificado mucho o por un tiempo largo. Esto requiere paciencia y constancia.
  • Hacer las re adaptaciones de forma progresiva y haciendo que los niños sean parte de éstas. Que conozcan la intención de retomar las rutinas y las razones para hacer esto.
  • Partir por la hora de acostarse. De esta forma se regulará la hora de despertar. Si es necesario, organizar tardes de cansancio con los niños (programas actividades en las que se cansen mucho), que lleven a un sueño reparador.
  • Retomar los horarios de comida.
  • Retomar los rituales para comer y para acostarse, tal cual como eran antes de las vacaciones.

Ánimo y buen regreso de vacaciones!!!

Basado en:

http://www.serpadres.es/1-2-anos/educacion-estimulacion/articulo/vuelta-colegio-recuperar-rutina-horarios

foto: lifekhackker.com

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

El (descansado) verano

Por Lenka Kegevic

¿Cuántos están preparando vacaciones? ¿Cuántos vuelven más cansados de ellas?
¿Y cuando tratamos de desconectarnos del estrés y realmente disfrutar de un corte y de un espacio único y privilegiado en familia?

Quizás debemos aprovechar las vacaciones para relajar un poco las ganas de tener todos los platos lavados, o que los niños anden con la ropa sin manchas y dejar que jueguen con barro y verlos disfrutar… que se mojen, que sean niños!

Y por mientras leer un buen libro, aunque sea un ratito después que los niños se duerman… para algunos con niños chicos, aún es posible disfrutar del tiempo de la siesta que ellos duermen…. comer las ricas frutas del verano y ensuciarse hasta los codos con ellas…disfrutar con las cosas chicas.

Los relajos son personales, quizás nos incomoda relajar la hora de acostarse, entonces no lo hagamos. Quizás nos estresa relajar los horarios de comida, entonces no lo hagamos… pero tratemos de que la mantención de esas rutinas, y el relajo de otras, sea un aporte al disfrute familiar.

Aprovechemos las vacaciones para ESTAR… VER… OLER… ESCUCHAR… COMPARTIR…. REGALONEAR…. QUERER… tener tiempo exclusivo en familia, saborearlo y al final del día, revivirlo contándonos cada uno lo más lindo de cada día…

Las vacaciones están hechas para disfrutarlas… y eso corre para toda la familia. Tratemos de lograrlo! y para eso, necesitamos poner de nuestra parte y adecuar nuestras expectativas.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Tradiciones navideñas

Por Lenka Kegevic

Aún estás a tiempo de crear tus propias tradiciones navideñas familiares, o de explicar la trascendencia de las que estés perpetuando de cuando eras niño o niña.

El proceso de crear una tradición puede crear mucha complicidad con los niños, muchas risas, y emociones positivas, que se recordarán año a año. Explicar lo que significa para ti la tradición que estés repitiendo de cuando tú eras niño o niña y que tus hijos puedan acercarse a conocer tu propia niñez, también genera un vínculo maravilloso: qué mejor que saber qué hacían los papás a nuestra edad!!

Puede ser algo sencillo, o más elaborado dependiendo de la edad de los niños, de las capacidad prácticas y logísticas de la familia y de la noche o mañana de Navidad, del tiempo, de las ganas…
Lo lindo es darle el sentido que cada familia decida entregarle a la Navidad y regalarse y disfrutar un tiempo tranquilo, íntimo y significativo en familia.

Aprovechamos además, de trasmitir valores familiares y crear memorias y recuerdos que los acompañaras toda la vida y ojalá, ellos replicarán cuando sean adultos también.
En mi caso, estamos en una etapa sencilla: armamos todos juntos el arbolito, los niños ponen los adornos que quedan a su altura, nosotros los más altos, no importa si el árbol se ve desordenado o recargado en alguna rama: el árbol es de ellos.
Y la noche de Navidad dejamos unas galletas, que cocinamos juntos, para el Viejito Pascuero, junto a un vaso de leche (parece que este año será cajita “para que se lo pueda llevar, mamá”). Además, a mi hijo le gusta dejarle algo saludable también, así que dejamos la fruta más rica que tengamos.

Entre mi marido y yo tenemos que hacer espacio después de la comida de 24, para que el 25 esto este parcialmente comido. Es nuestra forma de mostrar gratitud y preocupación por el Viejito Pascuero que está trabajando toda la noche por todos los niños del mundo.
Cuéntenme sus tradiciones!!! Hay cosas muy sencillas y lindas que otras familias podrías imitar. Yo les iré contando con las que me vaya topando.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Sobreviviendo y capitalizando el estrés de fin de año

Por Lenka Kegevic

Diciembre. Ese mes tan amado y tan temido. Ya con calor (poco nos demoramos en dejar que quejarnos por el frío y empezar a quejarnos por el calor), los niños saliendo de clases, los más grandes con pruebas globales, exámenes, la inminencia de la llegada de la Navidad, Año Nuevo, y las merecidas y esperadas vacaciones.  Y claro, no son pocas cosas las que hay que organizar. Este peso lo sentimos con fuerza las mujeres, y más aquellas que trabajan porque el tiempo escasea. Estudios reciente confirman que las mujeres sufren más estrés que los hombres durante las fiestas de fin de año. Esto es entendible ya que aún llevamos el mayor peso de las tareas domésticas, lo que en esta época muchas veces incluye la compra de regalos, organización de cenas, compra de insumos para esta, y posiblemente preparación, y un largo etcétera…

Y bueno, poco podemos hacer por esto en el corto plazo, pero si podemos hacer cosas por el estrés que esta situación nos provoca. Algunos cambios de mentalidad podrían ayudarnos a que el estrés no boicotee nuestras celebraciones y podamos disfrutar nosotros, y de esta forma, nuestras familias. Porque hay que reconocer que nada peor que una anfitriona estresada (y una mamá, hermana, señora, compañera de pega, uf!).

Acá algunas sugerencias para lograrlo:

  • Examina tus “debería” y “debo”: escuchémonos, y escuchemos a otros, y vamos a identificar el uso de estas palabras cuando las personas sienten presión por algo: “debo ir a comprar los regalos luego”, “debería haber mandado tarjetas de navidad” “debería hacer galletas con los niños” “debo organizar la comida navideña”, debería, debo, debería, debo.

Estas exigencias vienen de nuestras expectativas: lo que nosotros esperamos de nosotros o del resto, o lo que creemos que el resto espera de nosotros. Entonces, cuando nos escuchemos diciéndolas, preguntémonos: ¿quién dice que debería? Luego intentemos cambiar el debería, por “podría” y pongamos nuestras expectativas a un nivel en que el estrés no nos consuma: “podría invitar a mi familia a una comida casual, y rica”, en lugar de “debería invitar a toda mi familia a una comida como la que vi anoche en la tele”. Cambia, ¿cierto?

  • Olvida el “perfecto”: el perfeccionismo es en sí mismo un factor de estrés, ya que nada es suficientemente bueno, o siempre podría ser mejor. Imagínense en esta época del año: la comida podría ser mas rica, o más elegante; podría invitar a más personas; quizás comprarle regalo a más personas de los que ya compré, o tener un árbol más adornado, o lo que sea, la lista puede ser interminable: ¡agotador!

Y bueno, los medios no ayudan a evitar esto: vemos menús de restaurant en las noticias que podríamos (¿o deberíamos?) replicar en casa, datos de dónde comprar regalos a mitad de precio (y que seguramente quedan al doble de distancia!), las redes sociales invadidas de árboles navideños maravillosos, mesas llenas de adornos y cosas que quizás nos gustaría copiar. Y es acá cuando hay que dejar ir este deseo de alcanzar un ideal y dejar que nuestra celebración sea lo suficientemente buena como para poder gozarla plenamente y que de paso, no se convierta en un dolor de cabeza (y de hombros, cuello, mandíbula, etc.). Solo así podemos conectarnos, unirnos, disfrutar, gozar, y celebrar y evitarnos unas cuantas peleas.

Tome nota: Esto puede implicar dejar de querer tener todo bajo control y aceptar la ayuda que se ofrece!

  • Amabilidad con otros: la ciencia ha comprobado que el ser amable con otros libera hormonas que nos hacen sentir bien y puede ser tan efectivas como antidepresivos. Es más, está comprobado que actitudes de altruismo nos hacen más felices ya que nos enfocamos menos en nosotros, disminuyendo el estrés, y reparando sus efectos dañinos en nuestro cuerpo.

Así que mira hacia a tu alrededor y busca quién podría beneficiarse de un acto de generosidad. Pueden ser actos altruistas, como una navidad solidaria, o actos simples como dejar pasar a alguien cuando abrimos la puerta del edificio, o sencillamente sonreír más y recibir de buena gana las sonrisas de los demás.

  • Autocuidado: cuando el estrés nos va consumiendo, comenzamos a dejar de lado aquellos hábitos que nos mantienen más centrados. Para algunos puede ser ir al gimnasio, juntarse con amigos, pasar tiempo relajado en familia, tiempo en la naturaleza.

Entonces, cuando sentimos que el estrés nos comienza a inundar, debemos hacernos cargo. Detenerse y centrarse en el presente, enfocándonos, y tratando de provocar y maximizar emociones positivas. Recomiendo la gratitud, una emoción positiva fácil de sentir, evocar y enseñar: cuenta tus bendiciones. Seguro encontrarás muchas cosas por las que estar agradecido. Otras alternativas son darnos una pausa para respirar, contar hasta 3, 10, 100…; leer; salir a pasear; contactarse con la naturaleza; darse tiempo para uno mismo. Esto nos ayuda a poner las cosas en perspectiva. Al final del día, ¿qué tan importante es tener una mesa perfecta? ¿No es más importante disfrutarla? ¿o sencillamente agradecer por tener una mesa para disfrutar y gente con quien disfrutarla?

  • Planificar propósitos para el año que viene: una tradición en otros países son las resoluciones de año nuevo. Se refiere a ponerse una meta/ propósito/ resolución para el año siguiente y buscar lograrla. Es una buena forma de enseñarle a los niños el valor de ponerse un propósito y persistir para alcanzarlos. Pueden establecerse propósitos a nivel familiar y/o a nivel personal. Es bonito ponerse metas a nivel familiar, que nos involucren a todos por igual y que nos motiven a todos a monitorearnos por conseguir el objetivo común. Entonces el propósito lo ponemos entre todos, lo que quiere decir que escuchamos a los niños y consideramos lo que ellos proponen como una alternativa válida. Esta es la mejor forma de lograr que se involucren, que hayan participado en su creación…

Ojo que no hablo de cosas complejas como aprender a hacer pirámides humanas familiares, pueden ser cosas simples como pasar una tarde en familia jugando a algo una vez por semana, o una comida compartida por todos semanalmente, o invitar a alguien especial una vez a la semana,  o cooperar con alguien de la familia que quiera lograr algo especial, etc… ustedes decidan algo que les acomode, que los identifique. Apelando a uno de los puntos anteriores, comenzar actividades de caridad o que enfaticen explícitamente el ser amables, o altruistas, en familia puede ser un lindo propósito!

Lo ideal es que cada familia encuentre una forma entretenida de establecerlos, y de que no se les olviden durante el año. Acá les dejo una idea que encontré por ahí: http://rejuega.com/blog/juego-aprendizaje/juegos-familia/planificando-propositos-en-familia-para-el-ano-que-viene/

La invitación a reducir el estrés está hecha. No sólo a final de año, sino que siempre. Y de paso aumentar nuestros niveles de felicidad tanto a nivel personal, como familiar. ¿Les parece un invitación alcanzable?

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Basado en Why Women Suffer More Holiday Stress (And How To Keep It From Highjacking The Festive Spirit) de Margie Warrel

Potenciemos la creatividad

Por Lenka Kegevic

Siempre dejar espacio para la #CREATIVIDAD

Hola comunidad Criando Positivo, esta semana nos dedicaremos al tema de la exploración en los niños de manera de fomentar que sus voces crezcan independientes y seguras.

Lo primero: siempre dejar espacio para la ‪#‎CREATIVIDAD:

– Las personas somos creativas por naturaleza, si como adultos cultivamos este tipo de actividades, seremos un ejemplo para nuestros hijos de que son importantes y que vale la pena invertir tiempo en ellas. ¿qué te gusta: la danza, pintar, dibujar, escribir, cocinar, tejer, bordar, teatro? hay muchas alternativas…

– Tener espacio, tiempo y materiales disponibles para la creatividad para que nuestros hijos realicen juegos de exploración no estructurados: greda, papeles, plasticina, palos de helado, pegamento, telas, lanas, bloques de madera. Se puede considerar elementos naturales como semillas, hojas, piedras, etc. Las alternativas son muchas y no cuestan… a jugar entonces!
 Igual de importante es crear un ambiente seguro para que se sientan libres de preguntar, que tengan CONFIANZA en nosotros, esto significa que no los juzgaremos y que valoramos sus intentos, equivocaciones y logros.

Basado en el libro “Tinkerlab, a hands-on guide for little inventors”, por Rachelle Doorley, 2014.

La exploración y los niños, una forma natural de aprendizaje. ¿Cómo fomentarla?

Hoy compartiremos una columna dedicada al tema de la exploración en los niños de manera de fomentar que sus voces crezcan independientes y seguras. Para esto, nos basamos en el libro “Tinkerlab, a hands-on guide for little inventors”, por Rachelle Doorley, 2014.

Para esto, revisaremos 10 reglas que nos ayudarán en este propósito.
Lo primero: siempre dejar espacio para la CREATIVIDAD

– Las personas somos creativas por naturaleza, si como adultos cultivamos este tipo de actividades, seremos un ejemplo para nuestros hijos de que son importantes y que vale la pena invertir tiempo en ellas. ¿Qué te gusta: la danza, pintar, dibujar, escribir, cocinar, tejer, bordar, teatro? hay muchas alternativas…
– Tener espacio, tiempo y materiales disponibles para la creatividad para que nuestros hijos realicen juegos de exploración no estructurados: greda, papeles, plasticina, palos de helado, pegamento, telas, lanas, bloques de madera. Se puede considerar elementos naturales como semillas, hojas, piedras, etc. Las alternativas son muchas y no cuestan… ¡a jugar entonces!

Segundo: Es importante crear un ambiente en el que los niños se sientan seguros y libres para preguntar, que tengan CONFIANZA en nosotros, esto significa que no los juzgaremos y que valoramos sus intentos, equivocaciones y logros.

Tercero: VE LOS ERRORES COMO REGALOS:
Nadie quiere ver a sus hijos fracasar, pero pequeños fracasos pueden ser instructivos y ayudan como herramientas de aprendizaje sobre cómo funciona el mundo, al mismo tiempo que a mejorar. Nos guste o no, la vida está llena de fracasos: cumpleaños a los que no fuimos, queques que no subieron, parachoques abollados, rodillas con heridas, dibujos fuera del margen, etc. Y si bien no podemos controlar los errores, podemos controlar lo que pensamos de ellos. El fracaso evidentemente no es nuestra meta, pero sí lo son el crecimiento y aprendizaje, y cuando avanzamos hacia éstos, nos encontramos con fracasos que pueden convertirse en oportunidades de aprendizaje. Los niños son más propensos a pensar creativamente si ven los errores como barreras superables.
Cuando el niño tiene problemas en superar la desilusión ante una adversidad, intenta preguntarle “¿qué podemos hacer para cambiar este resultado?”, o “¿Cómo puedes hacerlo la próxima vez para que resulta diferente?”.

Cuarto: … Notar los DETALLES
¿ves cómo ha cambiado el color de las hojas?
¿Cuántos tipos de pájaros ves en la plaza?
Mira la luna, ¿te acuerdas cómo estaba ayer?
Escucha la guitarra en esa canción, ¿ves cómo suena?
Para notar los detalles, hay que estar atento, y conectarse con la habilidad de maravillarse… central para una mentalidad curiosa.

Quinto: ACEPTA UN BUEN DESORDEN:
¿Quién no disfruta un espacio limpio y se siente superado cuando el desorden se escapa de las manos?. A la mayoría nos pasa! No es tanto el desorden a lo que le tememos, sino al tiempo que implica limpiar cuando se acaba la diversión. Cuando tengamos que enfrentarnos a dar permisos para hacer desorden, intentemos ignorar la voz que lo quiere prohibir, y pensemos que nuestros hijos están testeando sus ideas y siguiendo su curiosidad.
Se puede limitar el desastre poniendo límites razonables a la experiencia, pero también ayuda si simplemente permites que el desorden ocurra. La próxima vez que tu hijo quiera pintar, o quiera dar vuelta un paquete de algodón en el suelo, dale espacio para hacerlo (o llévalo afuera). Puede que tengas que enfrentar un desorden pero los beneficios creativos superarán con creces el inconveniente temporal. EL DESORDEN VA Y VIENE, PERO EL PENSAMIENTO CREATIVO PUEDE SER PARA SIEMPRE.

Sexto: PIENSA EN TODO COMO UN EXPERIMENTO:
Pensemos en los pasos del método científico: hacer una pregunta (por ejemplo, qué pasa si me paro en la mitad de la cama y me dejo caer); conducir el experimento (dejarme caer); y analizar los resultados (aterricé sano y salvo) para hacer un descubrimiento.
Cualquier cosa puede ser un experimento y podemos escuchar las preguntas y observaciones que pueden llevar a estas pruebas de curiosidad.

Deambular por el sol puede llevar a dibujar sombras; una fascinación con rimar palabras puede llevar a inventar una canción. Preguntas sobre las arañas puede llevar a cazar telas de araña, dibujar arañas, y leer libros sobre ellas. Una cosa lleva a la otra y nuevas preguntas de seguro emergerán de cada ronda de descubrimientos y experimentación.
El hábito de la experimentación es bueno por varias razones. Los experimentos les enseñan a los niños que hay múltiples formas de aproximarse a un problema. Cuando los niños resuelven los problemas diseñados por ellos, aprenden a pensar por sí mismos. Los experimentos nos recuerdan a los padres que también somos aprendices que no siempre tenemos todas las respuestas. El espíritu de la experimentación, exploración, y empujar los límites es la base del pensamiento innovador.
Intentemos estas cosas, pero recordemos que a veces las cosas no salen tan bien. Y está bien, es parte del proceso, ya que la creatividad es un experimento tanto para nosotros como para nuestros niños. Y que mejor forma de modelar un espíritu investigativo y experimentador a nuestros niños que descubriéndolo juntos.

Séptimo: El ABURRIMIENTO:

“La cura para el aburrimiento es la curiosidad. No hay una cura para la curiosidad”. (Anónimo).

El aburrimiento es impresionante. No en sí mismo, pero si adonde puede llevar. Los primeros momentos pueden ser incómodos, o parecer interminables, pero mientras avanzamos a través de éste, debemos enfrentar nuestras ideas, pasiones, intereses, y curiosidad.
Cuando ves a un niño que ha sobrepasado el aburrimiento, quizás lo veas leyendo, cantando, haciendo cosas manuales, inventando historias con pequeñas figuras o construyendo pequeñas ciudades. Cuando los niños digan que están aburridos, digámosle que encuentren algo para hacer, no debemos estar entreteniéndolos de manera permanente, y es muy posible que inventen cosas asombrosas que los ayudarán a construir conexiones entre pensamientos disparatados y su mente en crecimiento.
Los niños necesitan tiempo libre para seguir su curiosidad: para imaginar, construir, experimentar, explorar. Puede ser una hora después de almuerzo, o tiempo especial para juego imaginativo cada fin de semana. La idea es que los niños enfrenten el aburrimiento y le ganen. Esto puede parecer obvio para nosotros, pero es importante señalarlo porque muchos niños viven vidas altamente estructuradas, corriendo del colegio a deportes, o a practicar algún instrumento, o clases de baile.
Miren sus calendarios y asegúrense de que haya suficiente tiempo para hacer “nada”. Cuando los niños no tienen nada que hacer, tienen que enfrentar sus propias ideas.

Octavo: PASA TIEMPO AL AIRE LIBRE
Ser activos y pasar tiempo al aire libre son partes importantes de nuestra vida, pero no parece ser la forma más obvia de apoyar el crecimiento creativo. La naturaleza provee a los niños experiencias sensoriales y mayor conciencia personal que no pueden conseguir puertas adentro. Las sorpresas que ofrece la naturaleza están llenas de oportunidades para pensar de nuevas maneras: un charco dejado por la lluvia, huellas de animales en un camino, un árbol perfecto para escalar, el color del pasto en las diferentes épocas del año, el olor de la lluvia, etc. Estos momentos pueden abrir la mente de los niños para hacer nuevas conexiones y mirar el mundo con nuevos ojos.

Noveno: El valor de las PREGUNTAS ABIERTAS
Cuando nuestros hijos/hijas expresan una opinión como: “no me gusta este autito”, se puede preguntar de vuelta de manera de razonar alternativas y profundizar la reflexión algo como: “¿qué es lo que no te gusta de cómo funciona el auto? O ¿qué crees que se puede hacer para que funcione mejor?”. Estas son preguntas abiertas, que no se responden con un sí o un no, sino que requieren elaboración o expresión de un punto de vista. Este tipo de preguntas además les demuestran que nos interesa lo que piensan.

También se pueden formular otros tipos de preguntas para profundizar reflexiones:
* De conocimientos: “qué sabes sobre… los árboles?”.
* De observación: “me he dado cuenta que… mezclas las pinturas”.
* De reflexión: “cuéntame más de… esta forma morada en la esquina de tu dibujo”, “ cómo hiciste para… conectar esas piezas”

Décimo: ESCUCHA ACTIVA
No es solo escuchar, es hacerlo activamente y esto implica un esfuerzo por entender lo que el comunicante está tratando de comunicar, respetando el punto de vista del niño, haciendo contacto visual, parafraseando lo que se entiende (esta es una oportunidad de enriquecer el vocabulario!). Los beneficios que este tipo de escucha trae a la relación entre padres y niños superan con creces solo el fomento de la exploración.
Ejemplos podrían ser:
– Si el niño o niña dice “mira!, está lloviendo”, el que escucha activamente podría decir “¿no es impresionante?, ¡hace un momento había sol y ahora todo está mojado!”.
– Si dice “mmmm, me encanta la pizza”, desde la escucha activa podría decir “ya que te gusta tanto la pizza. Vamos a comer de nuevo la próxima semana”.
– Si él dice “Mira lo que pinté”, podemos decir “veo que mezclaste el rojo y amarillo y formaste el naranjo!”.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Anoche la tierra se movió

Por Lenka Kegevic

Anoche la tierra se movió

El terremoto vivido anoche, y sus numerosas réplicas, debe haber despertado muchas ansiedades en los adultos y niños que vivimos este evento en el 2010. A varios de los que están experimentando un terremoto por primera vez también se le despertarán emociones que podrían ser nuevas, en especial al ver las reacciones de los adultos, que muchas veces podemos no guardar la calma como nos gustaría.

Habrán niños a los que no les afecte de forma evidente, y otros que se habrán puesto evidentemente nerviosos o asustados. Lo mismo que los adultos.

Ante este tipo de eventos, como cualquier evento traumático (traumático desde la vivencia del niño, no necesariamente desde una mirada objetiva), es importante ayudar a los niños a integrar la experiencia.

El cerebro de los niños vive estos episodios desde su lado derecho. Es decir, desde la emoción. Lo que debemos tratar de hacer es integrar el hemisferio izquierdo y traer la lógica para que ayude al niño a entender lo ocurrido. Para lograr esto, una buena forma es reconstruir lo sucedido. Es decir, junto al niño, describir lo que pasó. Qué estaban haciendo? Qué medidas tomaron? Con quiénes trataron de comunicarse? Qué hicieron después?

En casos que haya sido vivido de una forma muy fuerte, es bueno repetir la historia varios días seguidos hasta que los niños lo hayan integrado y puedan continuar con su rutina. Al relatarla repetidamente, ayudamos a los niños a entender lo que pasó para comenzar a lidiar con el evento emocionalmente, procesar el miedo y continuar con sus rutinas.

A veces, instintivamente, creemos que si no tocamos el tema los niños se olvidaran de lo ocurrido. Por el contrario, esto deja a los niños confundidos sobre qué pasó y por qué. Están llenos de emociones fuertes y que los asustan y no se les está permitiendo lidiar con ellas de un forma efectiva.

Conversen con sus niños e indaguen cómo vivieron ellos el terremoto y todo lo que le ha seguido: réplicas, desórdenes, evacuaciones, noticias, cancelación de viajes, etc.

Mucha suerte y ojalá tengamos un 18 menos movido.

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

Perdonar como propósito de fin de año

Por Lenka Kegevic

Me encanta esta idea como un propósito de fin de año.

Perdonar es algo que se aprende. Así mismo, se puede enseñar a los niños.
Perdonar no tiene que ver con olvidar o hacer como que nada ha pasado. Más bien es la decisión personal y consciente de dejar de concentrar nuestra energía en la negatividad del agravio y dejar ir ese sentimiento negativo. Es una decisión personal de cambiar el foco de lo negativo a lo positivo que es el perdonar y la tranquilidad que trae.

Les parece practicable? Enseñable? (Esto aplica a la paternidad pero también a las relaciones entre adultos, amistades, de pareja…)

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

#Vacaciones dieciocheras

Por Lenka Kegevic

Mis hijos salieron de vacaciones. El mayor insistentemente (y vaya que sabe ser insistente) me pedía que hiciéramos un experimento. Busqué y encontré uno súper simple y muy cortito, que podía hacer con cosas que tenía en la casa.

Creo que nos demoramos más en la preparación que en el experimento mismo, pero él le ha contado a todo aquel que se cruce en su camino, el experimento que hicimos.

Pusimos una cucharada de bicarbonato de sodio en un vaso, y le echamos vinagre blanco. Eureka! Espuma que se subió hasta rebalsar el vaso. Un volcán! Después probamos en otros recipientes y el efecto lo dejó alucinado (tanto como asqueado con el olor del vinagre!!).

Nos demoramos 20 minutos en total. Algo que podemos hacer cuando llegamos del trabajo. Y el gancho perfecto para enseñarles de los volcanes, reacciones químicas, espumas y todo lo que se nos ocurra.
Personalmente, me quedé sólo en el experimento y lo que vimos en eso momento.

Los invito a probarlo y ver cómo reaccionan sus hijos a hacer una actividad científica juntos.

Esta semana veremos hábitos mentales para lograr que nuestros hijos tengan ganas de explorar (elemento fundamental para el desarrollo de la inteligencia). Y vean lo que publicamos el fin de semana que tiene actividades para que los niños se entretengan.

Vamos por esos experimentos! Y cuéntennos cómo les va!

Lenka Kegevic

Psicóloga Educacional UC

>